Goltstein

En una serie de conceptos no muy bien hilvanados pensó Goltstein que podía llevar a cabo su más absurda empresa: convencer a su entorno mas cercano de que no estaba loco.

Ello le suponía un esfuerzo inmenso, pero que no obstante estaba dispuesto a afrontar.

Entonces, entró en armonía consigo mismo y abrió la puerta de su casa para salir al mundo exterior.

Conversaciones con Cervantes

— Buen día Don Miguel, ¿no se da usted una pausa? Mire que le digo yo que un buen vino y un pedazo de queso con pan son buenos para el hombre. —

En un leve movimiento, pausado, suspendiendo un instante la pluma con su punta impregnada de tinta, — mi buen Sancho, quisiera yo llevarme ese vino que dices a mi gaznate, pero esta pluma teme que si acaso paro de escribir, nunca se lleguen a contar las andanzas que hacen noble a un hombre. Y toda verdad merece ser contada. —

— No tiene usted remedio Don Miguel. Le dejo aquí la jarra de vino y el pan con el queso. Que hasta en las empresas de honesta hidalguía, necesita uno comer para seguir andando. —

Inmenso

 

Rothko

Me apropio del nombre de Rothko.

 

En el fondo, sólo queda el mar