En una rápida mirada al pasado, las olas siguen llegando a la orilla, al mismo punto que hace veinticinco años.
Esos acantilados que bordeaba a toda velocidad pedaleando sin frenos mi bici de hierro, cuando la percepción del peligro era otra, diferente.
Audaz imprudencia.
Lo peor, he dejado que mi espíritu se anquilosara.
La rueda lleva ya girando un buen tiempo, antes de que empezaras tu a andar. Puedes elegir intentar pararla, subirte a ella y girar al mismo ritmo, o marcar tu ritmo en equilibrio. Hagas lo que hagas, lo que ya ha rodado, rodado quedará.
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