Me acabo de levantar de una siesta de 4 horas, un poco abotargado. Ha sido una de esas siestas en las que sin esfuerzo me hubiera quedado dormido hasta que cuerpo y mente hubieran reposado por completo. Las 24 horas del día se antojan difusas, atemporales, elásticas. Siento, por una vez en mi vida, que soy dueño de mi tiempo, y no hay límites a ese poder.
La rueda lleva ya girando un buen tiempo, antes de que empezaras tu a andar. Puedes elegir intentar pararla, subirte a ella y girar al mismo ritmo, o marcar tu ritmo en equilibrio. Hagas lo que hagas, lo que ya ha rodado, rodado quedará.
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