Van Gogh al menos se atrevió a ser fiel a si mismo en lo que le hacía feliz. Vivió pobre y miserable. Pasó todo tipo de penurias y dificultades. Pero pintaba. Ahora tal vez lo vemos con ojos bohemios. No somos capaces de sentir en nuestras carnes lo mal que lo paso. Y quizás si hubiera podido elegir, no habría sido pintor. Sin embargo, esa fue su maldición. Tan maldito estaba que no pudo escapar de su genialidad.
Y eso, les pasa a todos los genios. El resto, vivimos como podemos.
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