La rueda lleva ya girando un buen tiempo, antes de que empezaras tu a andar. Puedes elegir intentar pararla, subirte a ella y girar al mismo ritmo, o marcar tu ritmo en equilibrio. Hagas lo que hagas, lo que ya ha rodado, rodado quedará.

domingo, 7 de febrero de 2016

Prentensión de impunidad

Esta pretensión de impunidad se ha implantado en todos los órdenes de la vida. Parece normal y aceptable –la “libertad de expresión”, señor mío– que la gente injurie, provoque, zahiera y suelte atrocidades sin que pase nada. Y en cambio, si el injuriado, provocado o zaherido responde, o retira el saludo, o se niega a recibir a quien lo ha puesto o pone verde, caen sobre él todos los reproches. “Tampoco es para reaccionar así, hay que ver”, se dice. “Qué borde y qué resentido”, se añade. “Qué intolerancia la suya”, se continúa; “al fin y al cabo los otros ejercían su derecho a opinar y ahora le estaban tendiendo la mano”. Se ha extendido la extrañísima idea no ya de que se puede decir –e incluso hacer– lo que se quiera, sino de que eso no debe tener consecuencias. Y si el ofendido obra en consecuencia, entonces es un intransigente y un exagerado.


(Extracto de "¿Peccata minuta?", por Javier Marías, 7 de Febrero 2016)

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