Una
palabra
por
peldaño.
Un
pie
detrás
de
otro.
Cuando
lo
importante
son
los
compañeros
que
te
encuentras
en
el camino.
Siempre
hay
doble
sentido.
Bajar
una
escalera
no
significa
resignación,
pero
en
muchas
ocasiones
sabia
decisión.
La rueda lleva ya girando un buen tiempo, antes de que empezaras tu a andar. Puedes elegir intentar pararla, subirte a ella y girar al mismo ritmo, o marcar tu ritmo en equilibrio. Hagas lo que hagas, lo que ya ha rodado, rodado quedará.
martes, 30 de octubre de 2012
domingo, 28 de octubre de 2012
El furor ciego de la vanagloria
No siempre ha de haber un propósito, ¿o sí? Que se lo pregunten a Rudolf. Toda la basura que sus ojos veían desapareció cuando se dio cuenta de que a la mediocridad intencionada no se la podía hacer salir de si misma. Entonces escribió. Fue elegante. Dijo lo que pensaba. Él mismo se reconoció en él mismo. Vio que las supuestas élites eran mediocres. Y vio como esta mediocridad de las élites dio paso entonces a furores paradójicos. No hay nada como tener siempre a tu lado a personas que te digan lo bien que haces las cosas, aunque las hagas mal. Aunque puedas mejorar. Aunque seas tu mismo quien te lo digas. Nada ciega más. Nada envalentona más. Nada transige menos.
domingo, 14 de octubre de 2012
El chirrido de la Cultura
Frecuentes son las referencias al Diccionario de la Lengua Española en este mi blog.
[...]
[...]
1. Falta de cultivo o de cultura.
Hacia la perdida total del poco jucio crítico que nos queda. O quizas sea esa precisamente la intención. Como un día dijo el Ché, "un pueblo que no sabe leer ni escribir es un pueblo facil de engañar". La gente no sabrá que no sabe. Así no habrá preguntas....
Extracto. La Carta
"[...] Un día,
un compañero preguntó en clase a nuestro profesor de inglés por qué la escuela
se llamaba escuela de refugiados, por qué eso de refugiados. Nuestro profesor
se quedó callado unos instantes y respondió “porque esta es una comunidad de
personas refugiadas”. “¿y de que nos refugiamos, si estamos en nuestra propia
tierra?” volvió a preguntar mi compañero de clase. Entonces, tras unos
instantes de silencio más largos que los anteriores, mi profesor de inglés
respondió: “Estáis refugiados precisamente por estar y seguir en vuestra
tierra”. Nos miramos los unos a los otros y nos sentimos tristes. Una tristeza
honda, que no se puede explicar con palabras porque te quita las palabras. Aquel
día escribí en mi diario todas las razones y pensamientos que se me ocurrieron de
por qué no deseaba nunca más ser llamada refugiada.
[...]
Los seres humanos no somos iguales. Hay categorías. Y a la categoría en la que me ha tocado vivir, se la puede pisar y oprimir. Abú Ammar también estaba en el lado pisoteado de la barrera. Pero él no nació en él, sino que decidió pasar a este lado y luchar precisamente para intentar derribar la barrera. Muchas veces tienes que entrar en el lado que “todos” desprecian y poder vivir y sufrir las cosas para poder luchar por ellas. Eso hizo Abú Ammar.[...]"
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Los seres humanos no somos iguales. Hay categorías. Y a la categoría en la que me ha tocado vivir, se la puede pisar y oprimir. Abú Ammar también estaba en el lado pisoteado de la barrera. Pero él no nació en él, sino que decidió pasar a este lado y luchar precisamente para intentar derribar la barrera. Muchas veces tienes que entrar en el lado que “todos” desprecian y poder vivir y sufrir las cosas para poder luchar por ellas. Eso hizo Abú Ammar.[...]"
Presentado al Concurso III PREMIO YASSER ARAFAT “LXIV AÑOS DE HOLOCAUSTO PALESTINO”, 2012
Javier Castillo
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