"[...] Un día,
un compañero preguntó en clase a nuestro profesor de inglés por qué la escuela
se llamaba escuela de refugiados, por qué eso de refugiados. Nuestro profesor
se quedó callado unos instantes y respondió “porque esta es una comunidad de
personas refugiadas”. “¿y de que nos refugiamos, si estamos en nuestra propia
tierra?” volvió a preguntar mi compañero de clase. Entonces, tras unos
instantes de silencio más largos que los anteriores, mi profesor de inglés
respondió: “Estáis refugiados precisamente por estar y seguir en vuestra
tierra”. Nos miramos los unos a los otros y nos sentimos tristes. Una tristeza
honda, que no se puede explicar con palabras porque te quita las palabras. Aquel
día escribí en mi diario todas las razones y pensamientos que se me ocurrieron de
por qué no deseaba nunca más ser llamada refugiada.
[...]
Los seres
humanos no somos iguales. Hay categorías. Y a la categoría en la que me ha
tocado vivir, se la puede pisar y oprimir. Abú Ammar también estaba en el lado
pisoteado de la barrera. Pero él no nació en él, sino que decidió pasar a este
lado y luchar precisamente para intentar derribar la barrera. Muchas veces
tienes que entrar en el lado que “todos” desprecian y poder vivir y sufrir las
cosas para poder luchar por ellas. Eso hizo Abú Ammar.[...]"
Presentado al Concurso III PREMIO YASSER ARAFAT “LXIV AÑOS DE HOLOCAUSTO PALESTINO”, 2012
Javier Castillo
No hay comentarios :
Publicar un comentario